Irse al origen de las primeras gafas de sol supone remontarse a muchos, muchos años atrás, a miles… Las primeras referencias se remontan a hace 12.000 años y señalan a los esquimales como los primeros en llevarlas. Según los escritos, se fabricaban algo similar con huesos, conchas y madera para protegerse de la intensa luz que se producía cuando el sol se reflejaba en la nieve. Lo conseguían tapándose los ojos con esos materiales y dejando un estrecho orificio que permitía entrar poca luz.
Ya en la era de Cristo, en el siglo I, hay documentación que señala a Nerón como un asiduo a algo parecido a las gafas de sol. Curiosamente, no las usaba para protegerse del astro rey, sino para tener una visión mejor. Según los historiadores, se colocaba delante de los ojos una esmeralda para disfrutar de las peleas de los gladiadores.
Hay quien señala a los chinos como los verdaderos inventores de este complemento a principios del siglo XI. Concretamente, a los jueces de China. Muchos escritos explican que portaban cristales ahumados durante los juicios, con el fin de ocultar la expresión de sus ojos.
En cuanto a los primeros experimentos con cristales tintados, se remontan al siglo XIII y su fin no era proteger del sol, sino solucionar problemas de la visión. Los estudios que hizo el óptico James Ayscough son los primeros documentados.
Pero no fue hasta el siglo XX cuando las gafas de sol se fabrican y utilizan para su fin. En 1929, Sam Foster comenzó a fabricarlas y venderlas, pero fueron los pilotos norteamericanos los que las popularizaron. Sus constantes quejas ante lo que les provocaba el sol en sus vuelos hizo que, a principios de los años 30, el Ejército de los EE.UU. encargara a la óptica Bausch & Lomb su creación. Nació, así, el popular modelo ‘Aviator’.
Poco a poco, las estrellas de Hollywood se rindieron a este complemento. Al principio, lo hicieron para protegerse de la intensa luz de los focos, luego, por imagen. Las revistas publicaban sus fotos luciendo las gafas de sol y sus fans querían ser como ellas… Su popularidad creció como la espuma.
